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Lupín, una serie original de Netflix (CRÍTICA)


Año nuevo, series nuevas. Si recientemente el catálogo de Netflix daba la bienvenida a la tercera temporada de Cobra Kai y finiquitaba Las escalofriantes aventuras de Sabrina, también es el turno de nuevas producciones para la plataforma, siendo Lupin, que se estrenó ayer viernes 8 de enero, de la que os vamos a hablar hoy tras haber podido ver sus tres primeros episodios.

Aquellos que hayan levantado una ceja al sonarles el nombre, están en lo cierto. La nueva serie de Netflix se basa precisamente en el personaje de Arsène Lupin, del escritor francés Maurice Leblanc. Eso sí, no se trata de una adaptación de los casos contados en las más de 20 novelas protagonizadas por el personaje, sino una historia contemporánea protagonizada por Omar Sy como Assane Diop, protagonista de la serie y ladrón de guante blanco muy aficionado a las aventuras de Lupin.

El actor francés es suficiente reclamo para disponerse a pasar un buen rato viendo los cinco episodios que componen su primera temporada (o, más bien, su primera parte). No exageramos si decimos que Sy es uno de los actores más talentosos del panorama interpretativo galo y su actuación, por momentos, está al nivel del carisma de Bakari "Driss" Basali en Intocable (2011), la cinta con la que ganó fama mundial y por la que ganó un Premio César al Mejor Actor. En el lado geek, os sonará por interpretar a Bishop en X-Men: Días del Futuro Pasado (2014).

Como decíamos, el giro de modernizar el cuento y no adaptar directamente las aventuras de Lupin con Sy como protagonista aportan una historia algo más humana que la original del ladrón de guante blanco. Diop no solamente es un perspicaz ladrón capaz de adoptar diferentes personalidades para llevar a cabo sus golpes, sino que está impulsado por un drama familiar que nos hace empatizar rápidamente con el personaje al que da vida Sy: su motivación está marcada por haber perdido a su padre tras un crimen que no cometió.



Esto no solamente blanquea la figura del criminal para ponerlo del lado del espectador, sino que entrelaza a la perfección ambas líneas narrativas. Cada infiltración, hurto o delito tiene un porqué, es una pieza más de un puzzle mayor al de cualquier riqueza material obtenida: el intento de demostrar que el padre de Assane era inocente. Además, las propias novelas de Lupin actúan como motor narrativo para ello. Las novelas de Leblanc fueron prácticamente la única herencia que recibió Assane de su padre antes de morir.

La contemporización de la historia, ambientada en París en la actualidad (o más bien en una realidad alternativa de la capital francesa sin coronavirus ni mascarillas), permite representar de pasada otros temas sufridos por inmigrantes africanos que llegaron hace un par de décadas a Francia, mostrando sin cebarse pero sin muchos tapujos el clasismo y racismo que empaña a la sociedad parisina.

El irregular director Louis Leterrier (Ahora me ves, Transporter, El Increíble Hulk, Furia de Titanes) es el director de los primeros tres episodios, justo los que Netflix nos ha permitido ver anticipadamente y, sin grandes extravagancias en la silla del director, consigue hacer que Sy y un reparto de secundarios como Hervé Pierre, Nicole Garcia, Clotilde Hesme, Ludivine Sagnier, Antoine Gouy, Shirine Boutella o Soufiane Guerrab hagan funcionar la historia y mantener el interés del espectador en los 45 minutos de media de cada episodio.

El guion lo firman George Kay y François Uzan en esta producción de Gaumont, la productora más antigua del mundo (a punto de cumplir 125 años). Es quizás lo más irregular, porque si bien alabábamos la forma en que coexisten los dos relatos, el del golpe y el del trasfondo familiar de Diop, también es cierto que no consigue que al otro lado de la ley sintamos que Assane realmente está teniendo que esforzarse para poner en marcha sus sesudos planes.



La trama abusa del cliché del policía poco competente (porque es francesa, que si no habría hasta dónuts), lo que hace que los planes de Lupin puedan estar un poco más asentados en la realidad y no ser una ficción que cueste creer, pero de un departamento de policía al completo solamente un novato parece poder llegar a jugar de tú a tú con Diop y su predilección por el personaje de Leblanc y su modus operandi (al límite del modus vivendi).

Poco se puede decir más positivo para una serie de aventuras y misterio que el hecho de que nos ha dejado con ganas de más. La espera por suerte va a ser corta, al menos para los otros dos episodios con los que cerrará la Parte 1, que esperemos que al menos pueda concluir de forma satisfactoria, porque ya la Parte 2 no tiene pinta que vaya a estar disponible en un buen tiempo.

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